UN INDIGENTE ASESINA A UNA MUJER
A PLENA LUZ DEL DÍA
Barcelona/agencias (Redacción)
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Carlos
Ruiz
Zafón
La
sombra
del
viento
La policía busca al indigente que asesinó esta tarde a puñaladas a NuriaMonfort Masdedeu, de treinta y siete años de edad y vecina de Barcelona.
El crimen tuvo lugar a media tarde en la barriada de San Gervasio,donde la víctima fue asaltada sin razón aparente por el indigente, que alparecer, y según informes de la Jefatura Superior de Policía, la había estadosiguiendo por motivos que aún no han sido esclarecidos.
Al parecer, el asesino, Antonio José Gutiérrez Alcayete, de cincuenta yun años de edad y natural de Villa Inmunda, provincia de Cáceres, es unconocido maleante con un largo historial de trastornos mentales fugado de lacárcel Modelo hace seis años y que ha conseguido eludir a las autoridadesdesde entonces asumiendo diferentes identidades. En el momento del crimenvestía una sotana. Está armado y la policía lo califica como altamentepeligroso. Se desconoce todavía si la víctima y su asesino se conocían o cuálpuede haber sido el móvil del crimen, aunque fuentes de la Jefatura Superiorde Policía indican que todo parece apuntar hacia tal hipótesis. La víctimarecibió seis heridas de arma blanca en el vientre, cuello y pecho. El asalto, quetuvo lugar en las inmediaciones de un colegio, fue presenciado por variosalumnos que alertaron al profesorado de la institución, quien a su vez llamó ala policía y a una ambulancia. Según el informe policial, las heridas recibidaspor la víctima resultaron mortales. La víctima ingresó cadáver en el HospitalClínico de Barcelona a las 18.15.
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No tuvimos noticias de Fermín en todo el día. Mi padre insistió en abrir la librería como cualquier otro día y ofrecer una fachada de normalidad e inocencia.
La policía había apostado un agente frente a la escalera y un segundo vigilaba la plaza de Santa Ana, cobijado en el portal de la iglesia como santo de última hora.
Los veíamos tiritar de frío bajo la intensa lluvia que había llegado con el alba, el aliento de vapor cada vez más diáfano, las manos hundidas en los bolsillos de la gabardina. Más de un vecino pasaba de largo, mirando de soslayo a través del escaparate, pero ni un solo comprador se aventuró a entrar.
—Ya debe de haber corrido la voz —dije.
Mi padre se limitó a asentir. Había pasado la mañana sin dirigirme la palabra y expresándose con gestos. La página con la noticia del asesinato de Nuria Monfort yacía sobre el mostrador. Cada veinte minutos se acercaba y la releía con expresión impenetrable. Llevaba acumulando ira en su interior todo el día, hermético.
—Por mucho que leas la noticia una y otra vez no va a ser verdad —dije.
Mi padre alzó la vista y me miró con severidad.
—¿Conocías tú a esta persona? ¿Nuria Monfort?
—Había hablado con ella un par de veces —dije.
El rostro de Nuria Monfort me robó el pensamiento. Mi falta de sinceridad tenía sabor a náusea. Me perseguía todavía su olor y el roce de sus labios, la imagen de aquel escritorio pulcramente ordenado y su mirada triste y sabia. «Un par de veces.»
—¿Por qué tuviste que hablar con ella? ¿Qué tenía que ver contigo?
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Carlos
Ruiz
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La
sombra
del
viento
—Era una vieja amiga de Julián Carax. La fui a visitar para preguntarle qué recordaba de Carax. Eso es todo. Era la hija de Isaac, el guardián. Él me dio sus señas.
—¿La conocía Fermín?
—No.
—¿Cómo puedes estar seguro?
—¿Cómo puedes tú dudar de él y dar crédito a esas patrañas? Lo único que Fermín sabía de esa mujer es lo que yo le conté.
—¿Y por eso la estaba siguiendo?